Brotes de Crecimiento
En el transcurso de la instauración de la lactancia materna se pueden dar situaciones en las que se produce un desajuste entre la oferta y la demanda de leche entre mamá y bebé por lo que es bien útil saber diferenciarlos para no caer en la angustia de creer que no estamos produciendo suficiente leche para nuestro bebé.
A los 17-20 días de vida
Es el momento en que más leche va a producir la madre en toda la lactancia, en torno al litro y medio por día. Hay niños que maman como un reloj cada equis horas desde el nacimiento hasta los 15 días de vida pero, llegada esta fecha, de la noche a la mañana aumentan su demanda de manera exacerbada. Sólo quieren mamar una hora tras otra, parecen negarse a dormir y sólo se calman mamando. La realidad es que los bebés necesitan aumentar la cantidad de leche que fabrica la madre y la única manera que tienen de hacerlo (recordemos que el pecho fabrica en función de la demanda) consiste en multiplicar de número de tomas, en pegarse literalmente al pecho de la madre durante 3-4 días. Una vez logrado el objetivo, el niño volverá a hacer tomas más espaciadas y la lactancia retomará su curso normal.
A las 6- 7 semanas de vida
Cerca al mes y medio de vida, el bebé y su mama viven la segunda crisis de crecimiento. De nuevo, el bebé necesita aumentar la producción de leche, así que vuelve a aumentar el número de tomas. Este incremento de la demanda suele ir acompañado de una conducta alterada por parte del bebé cuando está en el pecho: se pone muy nervioso, mama dando tirones, llora en el pecho, arquea la espalda con el pezón en la boca, tensa las piernas.
Al parecer, en este momento también se produce un cambio en la composición de la leche, cuyo sabor varía significativamente y de forma transitoria. Al igual que en la crisis de los 17 días, una vez normalizada la situación, lo que puede producirse al cabo de una semana aproximadamente, el bebé recupera el patrón de lactancia anterior a la crisis.
A las 3 meses de vida
El bebé ya no pide pecho tan a menudo, no quiere comer o rechaza el pecho; hace tomas de escasos minutos; se distrae mamando por cualquier cosa y llora al poco rato de haber empezado a mamar, sólo parece mamar bien y tranquilo cuando está dormido; engorda menos, lo cual es perfectamente normal pero puede reforzar la sensación de que pasa hambre; se chupa el dedo o la mano entera; puede haber una disminución en la frecuencia de las deposiciones del bebé si hasta entonces evacuaba varias veces al día, puede pasar a hacer sólo una o incluso pasar varios días sin evacuar. Puesto que las deposiciones también suelen interpretarse como medidores de la ingesta de leche, la madre puede interpretar esta menor frecuencia en las deposiciones como señal de una ingesta insuficiente; la mamase nota los pechos blandos por lo que piensa que no tiene leche.
Es por esto que en la crisis de los tres meses es el momento en que se introduce erróneamente la leche artificial y el abandono progresivo de la lactancia materna
A los tres meses los bebés son expertos succionando y en una toma de escasos 5 minutos o menos pueden extraer toda la leche que necesitan; la visión y la audición mejora de manera espectacular y empiezan a ver más allá de la cara de su madre, por lo que se distraen por cualquier cosa a la hora de mamar, la curiosidad lo va a impulsar a dejar de mamar para ver y oír lo qué pasa a su alrededor y las madres se desesperan por ese comportamiento irregular. Por si fuera poco, lloran al mamar y se molestan. Esto no hace más que aumentar la angustia de la madre, puesto que se nota los pechos extremadamente blandos, tiene la sensación de que apenas produce leche y es posible que haya dejado de notar la bajada de la leche.
El cuerpo materno es muy sabio y modifica el sistema de producción de leche para optimizar el proceso. Ahora la glándula mamaria está preparada para fabricar la leche en el momento que el bebé la requiera y el cuerpo tarda 2,2 minutos en desencadenar el reflejo de eyección y proveer al bebé de toda la leche que necesita.
Lo cierto es que el bebé suele mostrarse molesto con este cambio estaba acostumbrado a encontrar leche nada más al ponerse al pecho, pero ahora tiene que succionar, esperar unos minutos y volver a mamar.
La sensación de rechazo y de falta de leche se apodera de la madre, aunque en realidad lo que está ocurriendo es perfectamente superable si se entiende y se maneja de forma adecuada sin abandonar la lactancia.
Referencias bibliográficas:
www.albalactancia.org
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